Hablaban de un color blanco de cristales minúsculos helados,
de quizá hombres de nariz de zanahoria, de magos que convertían sus pañuelos en
pelotas de trapo, de cánticos alegres en noches de vigilia, de mesas saturadas, de sonido, de ruido, de eco, de luces voladoras. Escuchaba (siempre
escuchaba) y miraba. Sentado alrededor de las mesas (entre ellos) contemplaba
las luces, los magos, el color… Cambió su nariz por una zanahoria y esperó a
que el sol derritiese los minúsculos cristales. Feliz.
Solo se escriben libros para, más allá del propio aliento, comunicarse con otros seres humanos, y así defenderse de la otra cara implacable de la vida: la fugacidad y el olvido. Stefan Zweig. MENDEL, EL DE LOS LIBROS.
miércoles, 24 de diciembre de 2014
viernes, 5 de diciembre de 2014
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Ajenos
Distraídos, serenos, dueños de la impunidad,
como si no quisieran nada de ti,
hacen malabares sobre el filo de un instante,
ausentes, incapaces de mirarte a los ojos.
Distraídos, serenos, dueños de la impunidad,
tarde o temprano dominarán
el segundo que creíste ganado,
el segundo antes de mesarte los cabellos
y esparcirlos por el aturdido viento de la noche,
junto al sueño deshecho.
Distraídos, serenos, dueños de la impunidad,
ajenos a nada y a todo, letales. Y tuyos.
Porque tú los creaste,
porque fuiste el culpable de que un dios ateo
engendrase en tu mente la simiente del caos
que ahora mece tu alma.
Distraídos, serenos,
dueños de la impunidad.
jueves, 27 de noviembre de 2014
Psicoanálisis
Psicoanálisis
Hará un par de horas que inicié mi autopsia. La primera incisión, con ese humo espeso y negro que salió de los
pulmones, casi me obliga a desistir. Más tarde, cuando se disipó, encontré junto
al hígado algo que me pareció una onza de chocolate, puro (eso sí), noventa por
ciento de cacao. Entre la quinta y la sexta vértebras creí ver algún famoso;
los flashes me cegaron y me resultó imposible averiguar de quién podría
tratarse antes de que desapareciese tras el cartílago. Al llegar al corazón comprobé
que lo tenía agujereado por completo (lógico), aunque solo apareció una flecha
cerca de él; las demás las localicé bastante más abajo, apiñadas en el interior
de la próstata. Lo de mi ex en el estómago, me lo temía: hace noches que me acuesto
con ardor.
No me cabe la menor duda de que lograré
averiguar las causas exactas de mi fallecimiento, pero ahora me siento muy
cansado y empiezo a oler un poco mal, prefiero guardarme en el frigorífico. Mañana
continúo.
lunes, 24 de noviembre de 2014
Aniversarios: La sombra de las horas 3 días gratis en Amazon
Tres años de mi Tiempo con Román y tres años con mis
Sombras; en medio estoy: A primeros de octubre de 2011 Román nació y a finales
de diciembre del mismo año lo hicieron mis Sombras…
En junio os comenté que este blog se tomaba un respiro, aunque últimamente parece que su corazón late más rápido, de
otra forma. Es más un escaparate de lo que os puedo ofrecer que un intercambio,
algo que espero algún día volver a retomar, cuando el caprichoso sustantivo que
inicia mi título lo permita. No se puede estar a todo… face, twitter, blog,
escribir, trabajar… ¡Vamos!, lo de siempre….
Y, también como siempre, un aniversario conlleva una invitación, pues
en ello estamos, vuelvo a ofreceros mis Sombras gratis en su formato Kindel, os
podéis pasar por Amazon hoy lunes 24 y el martes 25 y miércoles 26. Encantadas
estarán de irse con vosotros. Los que ya las conocéis… pues daros por besados…
y, sobre todo (y ahora en serio) os vuelvo a dar las gracias por quererlas tanto como me habéis demostrado con vuestros comentarios en estos años y por
seguir asomándoos por aquí de vez en cuando.
Y volveros a decir que ahí siguen mis obras inéditas en espera
de salir a la luz y cargadas de toda la paciencia del mundo, que no quieren salir
a la calle sin estar bien acompañadas. Son así. La vida y la pluma
continúan y ojalá que por muchísimos años. Me encanta veros ahí, al otro lado.
¿Os dejo unas líneas de lo que ahora mismo está en fábrica?
Por dar pistas, vamos por la página ochenta y con ánimo de seguir y seguir y
seguir… Vale, que no, no os preocupéis, que de las cinco mil no paso.
…se
sentía hoja caída después de haber intentado por todos los medios mantenerse en
el aire, revolotear con el tiempo a su lado, de aliado, sin verse obligada a
luchar contra aquellos segundos que tercamente le avisaban de lo efímero del
vuelo, de que al final moriría sobre la acera o sobre la carretera, bajo los
zapatos de un paseante distraído o arrollada por la goma de cualquier
neumático. (…) …una de aquellas hojas que le acababan de explicar la existencia le cegó de repente y le vistió con su ocre y húmedo frío antes de regresar a su leve suicido y caer sobre la
zapatilla derecha. La transportó consigo durante los siguientes pasos. Mientras
sacudía el pie para deshacerse de ella, de reojo, entendió que la hoja sí
podría morir feliz junto a las otras hojas; ahí arriba, en su rama, su ciclo
vital lo había cumplido con la mayor de las honestidades. Hasta una simple hoja
de árbol era más merecedora de cariño que él. Se disponía a cruzar el paso de cebra cuando una ráfaga de viento vacía de hojas le situó de nuevo en la cita de la tarde.
Y, por último, os dejo con mi Muñeca rota, uno de los destellos de La sombra de
las horas, para que no se encelen mis sombras…
¿Puedo quedarme con sus muñecos? Es que los míos ya
no me quieren. El otro día le dije a Osito que se tumbase a mi lado y no quiso.
Le di un par de azotes y ni lloró. Creo que ya sabía que papá se iba a ir. Esta
mañana he querido quitarle la falda a Ratita, como me hacía papá, y se ha
enfadado conmigo. Como papá ya no va a jugar con Perrito y Gatita, me los podía
quedar yo. ¿Vale, mamá? Y cuando vuelva papá de ese sitio tan raro que me has
dicho, se los devuelvo. Te lo prometo.
martes, 11 de noviembre de 2014
Crónica colmenareña: Sobresaltos de Concha Morales
Góngora a D. Antonio Chacón, que desde Colmenar Viejo le había enviado un requesón:
Décima LXI
Este de mimbres vestido,
requesón de Colmenar,
bien le podremos llamar
panal de suero cocido.
A leche y miel me ha sabido:
decidme en otro papel
lo que se confunde en él,
que sin duda alada oveja,
cuando no lanuda abeja,
leche le dieron, y miel.
A principios del siglo XVII Colmenar Viejo se escribía en verso y nada más y nada menos que de la mano de Góngora y su manuscrito Chacón. Y a principios del siglo XXI, de nuevo Colmenar juega con la poesía y nada más y nada menos que con la voz y la presencia de Koncha: Hermana, tu reloj lo ha logrado (Mi reloj pierde el compás, se vuelve loco…) se ha vuelto loco y nos ha fusionado dos épocas, porque si en el Siglo de Oro fue el requesón la excusa para un recuerdo poético de Colmenar, en este siglo XXI han sido tus Sobresaltos los protagonistas. Y yo he tenido la enorme fortuna de estar allí.

Como la
luna llena,
redonda y
brillante,
como esa
luna llena
a la que
le gusta leer cartas
en la
madrugada.
Como esa
luna menguante
que da
vueltas y vueltas,
allá
arriba,
sobre mi
cabeza,
en la
esquina preferida
de mi
habitación.
Familiares, amigos y colmenareños llenábamos la
sala de ese Espacio1000usos que ya se ha hecho un hueco en la vida cultural de
Colmenar gracias al entusiasmo y las artes (nunca mejor dicho) de Blanca,
Ángela y Pablo, como siempre logrando que todo saliese a la perfección y con
una carga de emociones única. Y la música de Daniel, acompañándote.

El
semáforo en rojo
despeja
las calzadas de mi barrio.
[…]
Vallekas,
verso libre,
recorre el
empedrado de Madrid
con un
canto de cigüeñas en los labios.
Tenía que hacer acto de presencia nuestro barrio… También
nos diste paso para que pudiésemos cooperar con nuestra lectura en una tarde
que dominasteis a la perfección el atril y tú. Hicimos lo que pudimos para no
desentonar entre armonía y lírica, deseando terminar nuestra intervención para
seguir disfrutando de lo que la tarde fría de otoño colmenareña nos ofrecía, un frío al que no le fue posible traspasar los muros de la sala, le fue
imposible luchar contra el calor y el color que allí vivíamos.

El
guardián de las sorpresas
no sale de
su asombro
cuando
desciende el dardo
hasta el
abismo donde se cultivan
los
sentimientos.
Y tu reloj, hermana, loco de nuevo, hizo que los
sesenta minutos de versos Sobresaltados
se convirtieran en sesenta segundos, apenas si nos dimos cuenta de que llegaba
el final. Parafraseando el penúltimo sobresalto de tu libro, los versos se nos rompieron, se nos rasgaron,
se deshicieron entre nuestras manos…
Los
sobresaltos allanan
el camino
hacia la calle
de la
fantasía.
Justo en
pleno corazón.
No puedo dejar de nombrar a la editorial que ha
vestido tus poemas y los ha lanzado a la calle: Lastura. Una edición muy
cuidada y una joven editora, Lidia, que trae una corriente
de aire fresco a este nuevo mundo del libro en el que estamos inmersos.
una lluvia
de estrellas fugaces
ha pasado
por delante de mis ojos.
Sobre el
chopo, alrededor del silencio,
como
espejos luminosos sin retorno,
las
palabras se volvieron cristal,
los
recuerdos brotaron al alba,
…y una
lluvia de estrellas fugaces
añoró la
magia de otras madrugadas.

Espero, esperamos, que nos vuelvas a sobresaltar de
nuevo, porque solo se trata de vivir, de encender el sol
por la mañana y la luna por la noche, de fabricar un beso cada cinco minutos y
regalarlo. No es tan difícil. Gracias,
hermana, porque tus sobresaltos nos enseñan el camino…
domingo, 2 de noviembre de 2014
sábado, 25 de octubre de 2014
Tantas veces
Tantas veces
Tantas veces pensé un poema,
tantas veces mi mano arrugó el
papel que escribía
tu sonrisa
o tus ojos
o tu pelo,
tantas veces mi sueño se durmió con
tu imagen,
tantas veces.
Y no he sabido.
Tantas veces, que hoy he guardado
la pluma
en un cajón del último mueble de la
casa,
en el cuarto del fondo,
donde viven fantasmas cubiertos por
las sábanas
blancas
de nuestros recuerdos.
Yo,
que hasta ahora amaba las palabras,
las repudio, y
he pensado en no pronunciarlas
jamás.
Olvidaré la que nombra tu nombre,
la primera,
más tarde, vaciaré de letras las que
me hablen de ti.
Acabaré con todas y, entonces,
volveré a por la pluma ya seca e
imaginaré
tu nombre,
Lucía.
domingo, 19 de octubre de 2014
Locos
Locos
Conozco a muchos locos, sí,
de los que piensan que vestirse con trajes
de colores sensatos y acudir a misa,
a la misa de los hijos no bastardos de Dios,
no viene escrito en ningún catálogo.
De los que prefieren cantar o llorar, da igual,
por las calles vacías de la ciudad
cuando los coches apenas compiten
por atropellar a un peatón en los pasos de cebra.
Que usan las horas para hablar de sus cosas
con ellos, con los mismos locos,
y que no conocen al Presidente
o que vomitan al paso de los ramos de flores
con solo un perfume, el de los reyes.
Que tiñen su piel de distintos colores
sin importar la mirada de los cuerdos.
Voy al cine con ellos
y me siento en su misma butaca;
enciendo la radio para escuchar sus programas
de música clásica.
Son locos pequeños, o grandes, o rubios,
y algunos se sientan en los bancos del parque
que un día existió frente al portal de tu casa.
Se esconden desnudos tras el cristal
de la ventana y te miran a los ojos juiciosos
sin escupirte, porque ellos no escupen
como lo haces tú cuando te encuentras con ellos.
Son locos que callan cuando hablas, que ríen cuando ríes,
que besan cuando besas, que hablan cuando callas,
que se sientan descalzos a la mesa
y comen con cubiertos de miel de abejas
sobre manteles de hierba y de flores.
Que cantan canciones de amor
bajo balcones saturados de Julietas.
Visito a menudo sus manicomios y te puedo decir
que conozco a casi todos.
Son locos.
domingo, 12 de octubre de 2014
ByMe PUB de La sombra de las horas
Hoy os dejo con uno de los relatos que os cuento en La sombra de las horas y con el micro
que le antecede y se resguarda en él.
NUESTRA PELÍCULA
La de los días de lluvia estaba ahí, sobre la
estantería, como si permaneciese escondida esperándome tras los libros que
acababa de guardar. Recordé la figura de Clint Eastwood, empapado, esperando a
que Meryl Streep se decidiese a salir del coche, y a nosotros en el sofá, con un nudo en la garganta, expectantes,
animándola en silencio a que se fuese con él, sin quitar ojo del televisor. Cuántas
tardes lluviosas como esta. La volví a poner y, mientras cerraba la maleta
sobre el sofá vacío, Clint, en la pantalla,
arrancaba su coche y, solo, se perdía calle arriba.
ByMe PUB
Hay
veces en la vida que es mejor callarse. Se lo oía decir a mi padre en muchas
ocasiones cuando era un niño. Y me lo repitió unas cuantas veces a lo largo de
toda su vida. No era una frase suya, es cierto, es una frase que seguro que
todos los hijos han oído decir a sus padres. Pero él era mi padre y esas
palabras eran para mí.
Y
todas las mañanas me he levantado con la dichosa pregunta de aquella noche
dando vueltas a la cabeza. Todas las mañanas que la resaca me lo ha permitido.
¿A qué hora cerráis? Así de simple. Una interrogación que ni el peor novelista
utilizaría en la peor de sus novelas. Una interrogación que se dice y se oye
millones de veces al día en el supermercado de cualquier ciudad. O en cualquier
gasolinera en mitad de cualquier autopista. Es imposible que una pregunta como
esta pueda marcar la vida de nadie.
-¿A
qué hora cerráis?
Mientras
salían esas palabras de mi boca leía, una vez más, el revés de las letras
góticas biseladas en el cristal opaco que separaba la última fila de mesas del
local con la calle. Una be mayúscula a la derecha, después, a su izquierda, una
i griega minúscula, después una eme mayúscula y a continuación una e minúscula.
Un mínimo espacio las separaba de otras tres letras mayúsculas y de mayor
tamaño, la pe, la u y la be. “ByMe PUB”. Todo ello formando un
semicírculo.
Mi
cuerpo giró con el taburete y unas gotas de la copa de ron cayeron sobre el
mostrador mientras los cubitos de hielo chocaban entre sí y me dedicaban su
helada melodía. Al otro lado de la barra Byron concentraba su atención en
elaborar uno de sus exquisitos cócteles. Siempre concluía la noche saboreando
uno. Mery contaba los billetes que rebosaban la gaveta de la caja registradora
de mediados del siglo pasado que daba un toque de misterio al pretendidamente
moderno local. Era una de esas máquinas con manivela a la derecha y cuatro
filas de teclas iguales que las de las máquinas de escribir antiguas, de las
Olivetti, redondas, planas, con un reborde metálico que cercaba un cristal
debajo del cual se escondían las letras blancas sobre el fondo negro y que
adornaban su panzudo cuerpo. A mi derecha un caballero con bombín, que no se
había quitado en toda la noche, contemplaba los movimientos rápidos de los
dedos de Mery sobre los billetes. Al menos eso era lo que parecían enfocar sus
vidriosos ojos. Y a mi izquierda el descascarillado mostrador sin una copa
sobre él y con una hilera de taburetes vacíos bordeándolo.
A
nadie parecía interesarle lo más mínimo contestar a esa pregunta. O quizá es
que nadie me había oído, para qué oír una cuestión tan falta de sentido como
esa. Yo sabía perfectamente la hora de cierre. Byron y Mery sabían
perfectamente que yo sabía la hora de cierre. Y el señor del bombín seguía
dando vueltas por su mundo.
-Creo
que en cinco minutos.
La
voz me llegó por la espalda. Mi estado no me permitía adivinar nada más. Las
palabras habían alcanzado mi espalda, pero no sabía de dónde provenían, de cuál
de las tres filas de mesas que me separaban de la puerta de entrada al local.
Volví
la cabeza y vi una mujer de exagerados y largos rizos cobrizos que caían sobre
sus reducidos pechos apenas ocultos por la trasparente blusa, y que hojeaba un
periódico de desproporcionadas páginas que descansaba sobre la mesa. Unos
grandes labios de recargado tono carmesí competían con unas sonrojadas
mejillas. Su espalda no lograba reposar sobre el respaldo de la silla que casi
topaba con el cristal que separaba el garito de la calle. “ByMe PUB”. Volví a
leerlo.
Todos
los días de todo el año terminaba en aquel antro a tomar las últimas copas
antes de subir a mi apartamento que me esperaba en el portal de enfrente.
Algunas noches, al acabar la jornada laboral, me acompañaba a la primera el
oficial; otras, a la segunda, pero hacía más de un mes que se iba directo a su
casa.
-Hoy
no puedo quedarme, lo siento. A ver si mañana…
Su
mujer y su hija eran una razón más que suficiente para que abandonase esa copa
que amenazaba con convertirse en costumbre y en un peligro para su estabilidad
familiar. A mí no me esperaba nadie, sí, Kafeto, pero él no reparaba en la hora
ni en mi estado. Por las noches, al atravesar la puerta, él restregaba su
peludo lomo sobre mis pantorrillas y emitía unos tímidos ronroneos antes de
volver a su rincón. Llevábamos catorce años de vida en común y de respeto
mutuo. Sin compromisos.
Nunca
la había visto por allí, ni siquiera por el barrio, por las cuatro
manzanas que encerraban mi existencia.
Mi apartamento al otro lado de la calle, el ByMe y, en la avenida paralela, la
oficina. Algún fin se semana visitaba a mi madre en la casa del pueblo donde
vivía con mi hermana. En ocasiones salía a un cine del centro con Berta antes
de que pasásemos la noche en mi casa. Durante los últimos catorce años eran los
únicos que habían compartido conmigo esas cuatro paredes: Kafeto, a todas las
horas, y Berta, diez o doce noches al año. Era la primera vez que veía esa cara
y estaba seguro que de haberla visto antes la recordaría.
-Nunca
te he visto por aquí.
Me
senté en la silla y ella recogió el periódico en cuatro pliegues. Mi rodilla se
tropezó con la maleta roja de mediano tamaño que nos separaba.
-Acabo
de llegar esta tarde a la ciudad. Estaba buscando en el periódico alguna
pensión para pasar las primeras noches. ¿Conoces alguna?
Al
apagarse las luces de neón del letrero exterior del pub su cabello rizado
adquirió un tono distinto, vi que el color cobrizo se había convertido en un
perfecto color castaño natural, brillante. La bruñida piel de su cara, tan
cerca, dejaba descubrir debajo de aquellas capas de cosméticos una suavidad y
una juventud que desde la distancia me había sido imposible adivinar. Hasta sus
labios perdieron aquella exageración que
hace un momento aprecié. No lo dudé un instante, ni la hora ni el alcohol me
permitieron dudar.
-Pues
yo creo que este no es el lugar para una hermosa chica como tú. Yo vivo ahí, en
aquel portal, y tengo un sofá cama siempre disponible. Mi gato está ya viejo.
Te husmeará un poco y después no te molestará.
-Perdona
que haya sido tan directa, pensarás lo peor de mí, pero es que estoy
desesperada y, aunque tú no te has fijado, llevo un buen rato aquí, te he
observado y me has merecido toda la confianza.
-Pues
no deberías fiarte…
Sonreí
y ella me correspondió con el abismo de sus negros iris. En ese momento el
hombre del bombín pasó a nuestro lado y, antes de desaparecer por la puerta,
tropezó con la mesa y terminó de vaciar el escaso ron que aún contenía la copa
sobre mis pantalones. El hombre del bombín ni se enteró.
-¡Señores!
¡Hora de que nos vayamos a casa!
Byron
hizo un cariñoso gesto solicitándonos clemencia.
-Hasta
mañana, chicos.
Cruzamos
la calle antes de que nos alcanzase la riada que cada noche fabricaba la
estruendosa máquina del Ayuntamiento y subimos al cuarto piso. Todo estaba en
perfecto desorden. Mientras Kafeto fiscalizaba a la intrusa yo me encargué de
desalojar el sofá y convertirlo en una confortable cama. Esa mañana guardé en
el armario un juego de sabanas limpias. Estuvimos en el cine Berta y yo la
semana pasada, por lo que no esperaba tener que usar un nuevo juego de sábanas
en algún tiempo. Uno hace cosas sin motivo aparente que luego encuentran una
razón.
-¿Quieres
la última?
Era
la pregunta retórica, indispensable. Un buen galán de una buena película en
blanco y negro de la época dorada de Hollywood no debe pasar por alto terminar
o empezar una conquista con esa propuesta. Y nunca había que temer a la
respuesta.
-Llevo
un día muy largo y además me tomé una copa en el bar. Mi cabeza no me va a
permitir otra. Espero que no te parezca descortés.
Descortés
no me pareció, para entonces ya me tenía
a sus pies por completo. Una mujer que en la distancia vi como una
buscona más de las que acostumbraba ni siquiera a mirar se había convertido en
una preciosa joven con un enigma imposible de descifrar.
Ahora
tenía claro que de no soltar yo la innecesaria preguntita ella no habría
abierto la boca. Y cuando Byron se dirigiese a echar el cierre, llorando le
rogaría, aunque fuese pagando lo que le pidiese, quedarse en su local a pasar
la noche. Un ser tan indefenso no se hubiese atrevido a dirigirse a mí sin
encontrar una excusa. Yo pasaría a su lado, y quizá tropezaría con su mesa, y
quizá la pediría perdón. Pero no habría reparado en ella.
Salió
de mi habitación después de cambiar su ropa por un mínimo pijama de verano.
-¿No
te importa que me tumbe?
Asentí
con la cabeza. Se durmió de inmediato. Su cuerpo fue el mejor antídoto para mi
exceso diario de alcohol. Ni diez cafés bien cargados hubiesen hecho el efecto
que había conseguido su contemplación. No pude dormir en toda la noche. Ella
estaba al otro lado de la puerta y yo no podía traspasar esa barrera. Al
atravesar la ventana el primer rayo de sol acabó por vencerme el sueño.
Me
sobresalté y miré el reloj. Las dos de la tarde. De un salto casi me presenté
en la puerta, la abrí y mis ojos corrieron hacia ella. Sobre el sofá-cama solo
quedaban las sabanas arrugadas. Ni rastro de la maleta. Ni de su ropa. Solo su
olor.
Kafeto
me dio los buenos días. No le extrañó que me levantase a esa hora, era sábado y
en otras ocasiones había tardado más en hacerlo. Él no notó alterada para nada
su rutina con la compañía que había tenido esa noche. Tampoco podía preguntarle
la hora a la que se había ido. En ese momento pensé que ni siquiera sabíamos
nuestros nombres. Ojeé el salón buscando una nota, pero no encontré nada.
Esa
noche inquirí a Mery por ella, si la habían visto aparecer por allí, o por la
calle. La siguiente noche también. Y así todas las noches.
Maldita
pregunta, pensé una noche más.
Aquella
noche volví a oírla. De la boca del caballero del bombín que se sentaba a mi
derecha.
-¿A
qué hora cerráis?
Esperé
una respuesta a mis espaldas. Sí, tenía que responderle. No me atrevía a
escuchar. No me atrevía a volver la vista hacia el final de las tres filas de
mesas que me separaban de la puerta de entrada al local. Pero lo hice. Solo vi
la silla vacía y un periódico con unas hojas de gran tamaño sobre la mesa.
Y
también leí aquellas letras góticas y en semicírculo biseladas en el cristal.
“ByMe PUB”.
domingo, 5 de octubre de 2014
La náusea
La náusea
La boca del estómago es muy sabia; dice siempre las verdades
que la otra, la que se transforma en labios, no es capaz de expresar. Como que
lo que a veces vomita son años y años de inmundicia tolerada, o como que la
náusea no es un fenómeno físico: la produce el poderoso que amasa su fortuna con
las manos de los parias que ha engendrado. Yo la escucho con frecuencia.
sábado, 20 de septiembre de 2014
Esto no es un poema de amor
Esto no es un poema
de amor
He pensado en hacerme un encargo:
un poema de amor.
El precio lo negociaré más tarde.
Su piel vestirá desde el primer “He” hasta el último punto.
Usaré “te quiero” las veces que pueda
(no siempre se deja)
y hablaré de sus ojos en todos los versos.
No creo necesario que ella nos pinte sus letras, no,
soy yo el que debe nombrarla; además,
su voz sonará tras cada signo.
El beso tendréis que imaginarlo,
aunque garabatearé sus labios y los míos
entre línea y línea.
No será un poema trágico, ni triste,
porque la muerte no vendrá a navegar
por la tinta de mi pluma, al contrario,
he comprado recambios azules y rojos
para que nunca el negro
sombree el inmaculado folio.
La música (la estáis escuchando)
llegó a primera hora,
incluso antes de hablar yo conmigo,
de conocer mis intenciones.
Solo espero que la inspiración no olvide el camino
y acuda a su hora.
Ya os aviso.
lunes, 8 de septiembre de 2014
Reseña en Ciao! de La sombra de las horas
Cay, hacía un tiempo que no recibían mis sombras una reseña y te puedo decir que me has obligado a dar unas cuantas vueltas sobre qué decirte... porque... no puedo decir que esta sea la que más me ha llegado... ¡es que se quiere por igual a todos los hijos! y no quiero que se pongan "celosones" los demás. Ya está colocada en la estantería de mi corazón donde guardo las reseñas. Te doy las gracias por tus palabras y, como ya te he dicho en face, por el cariño que leo en ellas y por haberme enseñado matices nuevos de mis sombras. Para mí es muy importante lo que opina el lector de mis historias, ayuda (mucho) a seguir aprendiendo y a seguir escribiendo.
Precioso haiku (y muy certero) y preciosa reseña. Y me temo que con este agradecimiento me quedo corto... ¡Muchas gracias, Cay!
Os dejo que disfrutéis...
Haiku para La sombra de las horas
al abrigañodel amor que florece
la vida fluye
Querid@s lector@s
Este libro es un regalo por partida doble: en primer lugar porque fue el obsequio de una gran amiga ( Tomy23, a quién se lo agradezco de todo corazón ) y en segundo lugar porque es como un bálsamo para el corazón y para las neuronas tanto por su redacción ( una bella prosa poética ) como por el trasfondo de sus historias, que, tal como dice el propio autor :
>>> Quieren reflexionar sobre la base fundamental de nuestra existencia : el amor. <<<
Este libro es como un cofre del tesoro que contiene doce historias cuyo hilo conductor es el amor, doce historias que tendrán un eco distinto según el estado del corazón del lector que se adentre en ellas.
Aquí os dejo su bonito Booktrailer que refleja muy bien su esencia:
Muchas gracias a Tomy23 por el libro y a Luis Miguel, por dedicarme el libro de manera tan entrañable
Sobre el autor y datos prácticos sobre el libro
Luís Miguel Morales Peinado nació un abril de 1958 en Madrid, concretamente en Vallecas, donde tienen raíces sus pasos y su corazón. Quizá porque el autor lleva en su nombre el del sin par Cervantes, quizá por haber nacido en el mes en el que se celebra el Día del Libro, el caso es que poco a poco fue creciendo en él la vocación de escritor hasta que, 2009 presentó su microcuento Libertad al concurso radiofónico de la SER Relatos en cadena . Su relato fue seleccionado y publicado en el libro Relatos en cadena 2009-2010 - de la Editorial Alfaguara. Quizá eso le animó a presentarse, al año siguiente (2011), en el X Certamen de Narrativa Corta Carmen Martín Gaite , con la narración El Tiempo , que obtuvo el primer premio.
Luís Miguel tiene un blog,
http://lasombradelashoras.blogspot.com.es/
en el que podéis encontrar entradas diversas que hablan de todo un poco, pero, especialmente, hermosos textos que amablemente comparte con todo aquel que se acerque a leerlos y que nos envuelven con su magia. El autor no escribe todos los días, escribe cuando tiene algo emocionante que transmitir, cuando las palabrasque brotan de su corazón se convierten en ramos de párrafos que nos arropan con su aroma.
La sombra de las Horas , su primer libro, vio la luz en diciembre de 2011 y actualmente va por la segunda edición,cuya presentación podéis ver en este enlace :
https://www.youtube.com/watch?v=hQw6XgiqmQMY tiene también página en Facebook :
El libro está publicado por la Editorial Círculo Rojo, ISBN: 978-84-9991-850-1, tiene 132 páginas, un formato de 15x21 cm y el precio de la edición en papel es de 10,95 euros (se puede adquirir en El Corte Inglés).
Luís Miguel está ya trabajando en nuevas obras que ya desde ahora estamos esperando con los brazos abiertos y con el ánimo expectante
Inspirar, espirar, respirar, leer, soñar: el eco del libro en mí
Me encanta leer y, sobre todo, leer relatos y sumergirme en las historias que en ellos se tejen . Por eso me tumbo en una nube blanca para contemplar los que recorren el cielo de las narraciones . Pasan despacito, como si fueran de paseo, las del libro La sombra de las horas y cada uno me susurra al oído su historia, una historia que me emociona, me inspira y me hace soñar .
La estructura también me ha parecido sorprendente: cada relato va precedido de un microrelato que, aunque no tiene nada que ver con la narración que le sigue (ni siquiera el título) cual si de una obertura se tratara, nos introduce suavemente en la historia. Cada relato parece un retazo de la vida cotidiana de unos personajes que son tan reales como cercanos y, sin embargo, cada una de las narraciones tiene algo especial, con un punto onírico e incluso surrealista que a la vez nos aleja de la realidad para adentrarnos en la psique del protagonista. Y como muchos episodios de nuestra vida, no tienen un principio y un final bien definidos sino que lo que se relata bien podría continuarse hacia adelante o hacia atrás en el tiempo para seguir haciéndonos disfrutar, emocionar, pensar...
Aunque el amor no se menciona explícitamente en todos los relatos, se respira en casi cada uno de ellos. Esto es lo que me han transmitido y me han hecho sentir y vivir cada una de las narraciones :
*** La realidad cotidiana y los sueños se funden en La sombra de las horas (título del libro y del primer relato) cuando un hombre busca (desesperadamente) escapar a su (aparentemente) inseparable soledad.
*** Un amor distorsionado por la obsesión siempre lleva a la locura, tal como relata Nunca he creído en los fantasmas , crítica elegante y solapada a la violencia machista.
*** El drama de la infidelidad y de los celos nos lleva a vivir historias tremendas y descarnadas como la que narra Las cartas . Cuando uno no es capaz de aceptar la realidad, todo queda distorsionado mientras la paranoia se apodera poco a poco de nosotros y nos lleva a cometer barbaridades imperdonables.
*** El castaño milenario (quizá el relato que más me ha conmovido) es una invitación a plantarse para defender lo que creemos que es justo, para preservar y proteger la naturaleza frente a la devastación causada por la ambición desmedida. Un gesto vale más que mil palabras y, aunque no se vea de inmediato, siempre tiene un eco que puede seguir creciendo con el tiempo.
*** A veces, escapar de la soledad buscando una brizna de amor, aunque dicha soledad esté poblada de seres tan respetuosos con la libertad de uno como Kafeto (un gato) o Berta (una amiga ocasional) lleva a saltar al otro lado del espejo y vivir la realidad de un sueño, tal como le ocurre al protagonista de ByMe PUB
*** El puente es un inquietante relato donde las obsesiones y los equívocos llevan a situaciones delirantes. Una historia que me ha dejado la misma desazón que muchas historias de Allan Poe, igual que el siguiente cuento:
*** El muro es otra turbadora historia que me ha estremecido y me ha dejado con la piel de gallina. Y es que entre el amor y la locura hay a veces una línea muy fina que la ofuscación nos empuja a cruzar. Y luego ya no hay vuelta atrás.
*** Amanecer es una barca, pero también una historia de fantasmas que se hacen tan reales como si fueran de carne y hueso. Porque a veces, cuando no se tienen amigos o cuando el amor de nuestra vida ha muerto, sólo los fantasmas pueden llenar ese hueco abismal que vacía nuestro corazón.
*** Este Diario de un hombre mortal tiene un aire kafkiano, con un final sorprendente que a mí me ha hecho reflexionar sobre la aceptación serena de nuestros propios límites y los de la gente y el entorno en el que nos toca vivir.
*** La libertad, ese preciado tesoro que hay que intentar preservar a toda costa. Pero, ¿qué ocurre cuando uno no es consciente de las ataduras sociales que le atenazan? y ¿qué hacer cuando uno se da cuenta de que la sociedad le constriñe y condiciona todos sus movimientos?. A veces parece que la única salida es retomar la libertad a sangre y fuego, y que las revoluciones pacíficas son simplemente una utopía. Esto es lo que ha inspirado La inapreciable ausencia del liberto
*** De cómo perdí el presente nos habla de que la ciencia es un arma de doble filo que puede utilizarse para el bien de la humanidad o para seguir alimentando, hasta empacharnos, nuestras ansias de inmortalidad. La ciencia puede hacernos más cercanos unos a otros o aislarnos hasta convertir nuestra vida casi en un infierno.
*** El último relato es El tiempo , con el que el autor ganó el X certamen de narrativa corta "Carmen Martín Gaite" . Siempre he pensado que el tiempo no existe, que es en realidad lo que mide este incesante giro de la Tierra sobre sí misma llevando consigo nuestras vidas y todo lo que acontece en ellas. Pero, y si el tiempo existiera como parte de los latidos de un reloj? y si pudiésemos hacer que el reloj de la existencia girara en dirección contraria y pudiésemos volver a empezar a partir de un determinado evento? Ese es el misterio que encierra este relato.
_Terminado de leer el libro, me envuelvo en el chal que me han ido tejiendo estos relatos y me bajo de la nube para volver de nuevo a mi vida de cada día, que ahora contemplo con otros matices, gracias a la luz que arroja sobre ella la sombra de las horas_
¿Pegas o desventajas? No se me ocurre ninguna, salvo que no os gusten los relatos cortos o las historias cotidianas o las narraciones con tintes fantásticos.
Espero que os animéis a leer este estupendo libro que os recomiendo sin titubear, seguro que cuando lo hagáis, también disfrutaréis de todos y cada uno de estos relatos, y sus ingeniosos microrelatos
Muchas gracias por vuestras lecturas y comentarios. Un abrazo grande y hasta pronto.
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