Psicoanálisis
Hará un par de horas que inicié mi autopsia. La primera incisión, con ese humo espeso y negro que salió de los
pulmones, casi me obliga a desistir. Más tarde, cuando se disipó, encontré junto
al hígado algo que me pareció una onza de chocolate, puro (eso sí), noventa por
ciento de cacao. Entre la quinta y la sexta vértebras creí ver algún famoso;
los flashes me cegaron y me resultó imposible averiguar de quién podría
tratarse antes de que desapareciese tras el cartílago. Al llegar al corazón comprobé
que lo tenía agujereado por completo (lógico), aunque solo apareció una flecha
cerca de él; las demás las localicé bastante más abajo, apiñadas en el interior
de la próstata. Lo de mi ex en el estómago, me lo temía: hace noches que me acuesto
con ardor.
No me cabe la menor duda de que lograré
averiguar las causas exactas de mi fallecimiento, pero ahora me siento muy
cansado y empiezo a oler un poco mal, prefiero guardarme en el frigorífico. Mañana
continúo.
Creo que llevas muy bien encauzadas tus averiguaciones... ¡Sigue, sigue! Muases.
ResponderEliminarYa te cuento, hermana...
ResponderEliminarEstaré atenta a ver cuáles son esas causas... Y nada, descansa fresquito...
ResponderEliminarBesotes!!!
Je, je. Me va a costar, tengo las manos un poquito entumecidas... ¡Gracias y un besazo, Margari!
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