jueves, 27 de noviembre de 2014

Psicoanálisis

Psicoanálisis

Hará un par de horas que inicié mi autopsia. La primera incisión, con ese humo espeso y negro que salió de los pulmones, casi me obliga a desistir. Más tarde, cuando se disipó, encontré junto al hígado algo que me pareció una onza de chocolate, puro (eso sí), noventa por ciento de cacao. Entre la quinta y la sexta vértebras creí ver algún famoso; los flashes me cegaron y me resultó imposible averiguar de quién podría tratarse antes de que desapareciese tras el cartílago. Al llegar al corazón comprobé que lo tenía agujereado por completo (lógico), aunque solo apareció una flecha cerca de él; las demás las localicé bastante más abajo, apiñadas en el interior de la próstata. Lo de mi ex en el estómago, me lo temía: hace noches que me acuesto con ardor.

No me cabe la menor duda de que lograré averiguar las causas exactas de mi fallecimiento, pero ahora me siento muy cansado y empiezo a oler un poco mal, prefiero guardarme en el frigorífico. Mañana continúo.

4 comentarios:

  1. Creo que llevas muy bien encauzadas tus averiguaciones... ¡Sigue, sigue! Muases.

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  2. Estaré atenta a ver cuáles son esas causas... Y nada, descansa fresquito...
    Besotes!!!

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    1. Je, je. Me va a costar, tengo las manos un poquito entumecidas... ¡Gracias y un besazo, Margari!

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