CARLOS FUENTES Y RAY BRADBURY











En muy poco tiempo se nos han marchado dos grandes de las letras, Carlos Fuentes y Ray Bradbury. Os dejo con una parte de las palabras dedicadas por Gabriel García Márquez a Carlos Fuentes y con el prólogo que Ray Bradbury escribió para la edición de la novela gráfica que Tim Hamilton hizo basada en "Fahrenheit 451". 



‘Carlos Fuentes, dos veces bueno’ 
Por Gabriel García Márquez

...sin embargo, no son estos relámpagos de vida lo que me interesa ahora evocar, sino que quiero celebrar la virtud que más admiro en Carlos Fuentes y que es tal vez la que menos se le conoce: su espíritu de cuerpo. No creo que haya un escritor más pendiente de los que vienen detrás de él, ni ninguno que sea tan generoso con ellos. Lo he visto librar batallas de guerra con los editores para que publiquen el libro de un joven que lleva años con su manuscrito inédito bajo el brazo, como lo tuvimos todos en nuestros primeros tiempos. Julio Cortázar, agobiado por la cantidad de originales inéditos que los jóvenes le mandaban, dijo poco antes de morir: Es una lástima que quienes me mandan manuscritos para leer no puedan mandarme también el tiempo para leerlos. Pues bien, a pesar de sus numerosos trabajos y de su intensa vida pública, Carlos Fuentes lee los que le mandan a él, y además tiene tiempo para alentar y ayudar a sus autores desamparados. Lo que pasa, en realidad, es que él parece entender muy bien la noción católica de la Comunión de los Santos: en cada uno de nuestros actos –por triviales que sean y por insignificantes— cada uno de nosotros es responsable por la humanidad entera. Ésa es la metafísica de la infinita curiosidad literaria de Carlos Fuentes. Al contrario de tantos escritores que desearían ser los únicos en el mundo, el quisiera celebrar todos los días la fiesta de que cada día seamos más y más jóvenes los escritores del mundo. Tengo la impresión de que él sueña con un planeta ideal habitado en su totalidad por escritores, y sólo por ellos. A veces he tratado de aguarle el entusiasmo diciéndole que ese lugar ya existe: es el infierno. Pero no lo cree, no siquiera en broma (como yo se lo digo desde luego), porque su fe en el destino mesiánico de las letras no reconoce límites. Ni admite broma, por supuesto. Un escritor así, siendo tan buen escritor, es dos veces bueno. 

Prólogo de la novela gráfica de Fahrenheit 451 por Ray Bradbury.

Sería el año 1950 aquel día en que un amigo y yo salimos a cenar. Algo más tarde, esa misma noche, íbamos andando por la avenida Wilshire cuando a nuestra altura se detuvo un coche patrulla del que se bajó un agente para preguntarnos qué estábamos haciendo.
-Poner un pie delante del otro -le contesté no muy solícito.
El policía siguió interrogándonos, nos preguntó por qué íbamos de peatones, como si el hecho de dar un paseo nocturno nos acercase peligrosamente al límite de la ley. Airado, volví a casa y me puse a escribir un relato titulado «El peatón».
Varias semanas después saqué de paseo literario a mi peatón y se encontró con una chica llamada Clarisse M Clellan. Siete días más tarde había acabado el primer borrador de El bombero, la novela corta que no tardaría en convertirse en Fahrenheit 451.
Pasados los años, al mirar hacia atrás, pensaba que «El peatón» era el verdadero germen de Fahrenheit 451; mi memoria, sin embargo, fallaba. Ahora me doy cuenta de que en mi subconsciente había otros mecanismos activados.
Solo en estos momentos, cincuenta años después de que aquel agente de la Policía de Los Ángeles desafiara mi derecho a ser un peatón, soy capaz de ver las ideas insólitas que surgieron para desempeñar un papel en los relatos, sin que yo fuese consciente al escribirlos.
Escribí un cuento en el que exilian a Marte a todos los grandes autores del género fantástico de la historia, mientras en la Tierra queman sus libros. Se convertiría en un relato titulado «Los exilios».
Y escribí otro cuento, «Usher II», en el que el protagonista, un escritor de relatos de fantasía, se siente rechazado por los intelectuales de la Tierra, que se mofan de lo grotesco de los cuentos de Edgar Allan Poe y de autores similares.
Unos años antes publiqué otra novela corta titulada Pilar de fuego en la que un muerto se levantaba de su tumba para revivir las extrañas vidas de Drácula y el monstruo de Frankenstein.
Aunque todas estas historias cayeron en el olvido cuando escribí Fahrenheit 451, siguen ahí, en alguna parte, filtrándose en mi subconsciente.
Lo que el lector tiene ahora ante sí es el rejuvenecimiento de un libro que una vez fuera una novela corta que una vez fuera un relato corto que una vez fuera un paseo por la manzana, un muerto viviente en un cementerio y la caída final de la Casa Usher. Nunca habría imaginado que mi subconsciente fuera tan complejo.
Con los años he aprendido a dejarlo campar a sus anchas, para que me ofrezca así las ideas conforme le vienen, sin caer en favoritismos ni tratamiento especial alguno; Cuando llega el momento, se fusionan y erupcionan desde mi subconsciente para finalmente esparcirse por el folio.



Comentarios

  1. De Carlos Fuentes no he tenido ocasión de leer nada, al contrario de Ray Bradbury si he leído precisamente Fahrenheit 451. Es una pena que estos escritores nos hayan dejado, y que no puedan seguir escribiendo, pero al menos nos queda el legado de obras que siempre permanecerán.

    Un saludo ^^

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  2. "Nunca habría imaginado que mi subconsciente fuera tan complejo... Con los años he aprendido a dejarlo campar a sus anchas, para que me ofrezca así las ideas conforme le vienen, sin caer en favoritismos ni tratamiento especial alguno"... Ese planteamiento, que comparto, ¿No se parece a la libertad?

    Gracias por la entrada Koncha y mil besos.

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  3. Te darás cuenta que os tengo indisolublemente unidos...

    Te retiro los besos, te los cambio por abrazos y te llamo Roman... ¿Vale?.

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    Respuestas
    1. ¡¡Ja ja ja ja ja...!! Orgullosísima, Pablo de ser hermana de quien soy y de que nos hayas confundido en tu despedida. Gracias a ti Pablo y te admito los mis besos. Yo te mando, que no te devuelvo, otros mil más.

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    2. Mi indisoluble hermana y yo te estamos muy agradecidos por los besos y los abrazos... Ja, ja. Y, por supuesto, por tu certero comentario.
      ¡Un abrazo, Pablo!

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  4. Siempre he pensado que hay personas que no deberían morirse nunca...

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  5. Lo bueno que tiene el escribir es que siempre quedará el legado de la obra y la personalidad de estas dos grandes figuras literarias. Un abrazo, Román.

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  6. Dos grandes que nos han dejado. Y dos grandes de los que no he leído aún nada. Y ya es hora. Que nos han dejado un legado inmenso. Buena entrada Román!
    Besotes!!!

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  7. Como Margari,yo tampoco he leido nada de ellos y eso aunque sea tarde hay que remediarlo.Un beso

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  8. ...Pues no hay dos sin tres, que yo también tengo libre en mi bilioteca el espacio de estos dos escritores. Muases, muases.

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  9. Un gran homenaje, yo he leído a ambos y es cierto que son grandes nombres ydías tristes para las letras.
    Besos

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