¡Aquí vinimos a divertirnos! A la izquierda aparece Pluto sujetando la pancarta y a continuación Bugs Bunny. Más atrás el Pato Donald y Correcaminos sostienen otra en la que se lee: ¡Basta ya de explotación! A su lado el Capitán Trueno y Rompetechos gritan con el puño en alto. El dibujante comprende que la situación se le escapa de las manos, aunque es demasiado tarde, el ratoncito Pérez acaba de comerse la goma de borrar.
Solo se escriben libros para, más allá del propio aliento, comunicarse con otros seres humanos, y así defenderse de la otra cara implacable de la vida: la fugacidad y el olvido. Stefan Zweig. MENDEL, EL DE LOS LIBROS.
lunes, 24 de octubre de 2011
viernes, 21 de octubre de 2011
FACEBOOK.ES
¡Joder! ¡Qué susto me he llevado! ¿Quién coño habrá sido el graciosillo? Voy a salirme y vuelvo a entrar…
< lolope1968 >
< ******** >
Nada, aquí sigue estando. Esto lo ha hecho ella, seguro. La muy… Debí de cambiar la contraseña. Mira que lo pensé. Qué más querrá. Me echó de nuestra casa y se ha quedado con los niños ¿y también quiere apropiarse de mi facebook?
Ahora que, ¡la bromita! Siempre me dijo que le encantaba mi foto del perfil. Claro, que eso era cuando me llamaba Lolito. Cuando me empezó a llamar Manuel no recuerdo haberla oído decir nada sobre mi foto.
¡Ey! ¡Un mensaje!
< Siempre te querremos, siempre recordaremos tu sonrisa y tú siempre vivirás entre nosotros >
¡Joder! ¡Qué dicen! Esto sí que no lo esperaba. De ellos no. ¡Si cuando me acompañaron al abogado me juraron que siempre estarían conmigo, que yo era su amigo! ¡Y ahora se alían con ella! Estoy soñando, estoy soñando. No puede ser cierto. ¡Tranquilízate, Lolo!
A ver. Veamos. Sí, les respondo, les respondo.
< ¡Qué simpáticos! No puedo creérmelo, primero, el lacito negro en el lugar de la foto de mi perfil y luego el mensaje… Y yo que os tenía por unos verdaderos amigos, los mejores. Esta broma es de muy mal gusto. Espero que lo que os haya ofrecido ella sea muy interesante. ¡Capullos! >
He sido muy suave, se merecían más… ¡Otro mensaje! ¡Mi hermana!
< Cuando me dijeron que no iban a cerrar tu cuenta pensé que no podría dejarte ningún mensaje, pero esta mañana, durante el entierro, sentí la necesidad de que las últimas palabras hacia ti quedasen para que cualquiera de nosotros, de nuestra gente y de tu gente, pudiera leerlas. Quiero contarte… >
¡No! ¡No! ¡No! Pero… ¿qué dices? ¿Tú también? ¿Es que os estáis volviendo todos locos? ¡Ah, ya entiendo!, ¡ya entiendo! Es una trampa. Me estáis grabando. Tengo que encontrar la cámara. Allí, encima de las estanterías. No, no, en la lámpara. Sí, sí. Pues, ¡aquí no está! El lacito negro, con lo guapo que estaba yo en mi perfil. Cuando encuentre la maldita cámara y acabe con vuestro macabro juego ya volveré a poner la foto.
Aún no puedo creerlo, hermana, tú también…
¿Dónde está la foto de nuestra boda? ¡Ah, claro! La habrá tirado a la basura. ¡Qué guapos están en la foto de la primera comunión de Miriam! A la tuya, Pablo, no pude ir. No pude, te lo prometo. Pero, pero… ¿qué hago yo aquí?, ¿qué hago yo en la habitación de Pablo?, ¿qué hago yo en el ordenador de Pablo?
Otra vez, vamos, respira, respira hondo. Ahora, abre los ojos despacio. Sin prisa, inspira una vez más. Vas a volver a ver tus posters, la foto de tus niños, la foto de ella, esa que le hiciste en la sierra, con el piolet. ¡Estaba guapísima! Tu habitación. Ahora, ahora... ¡Dios! Sigo aquí ¡y la puerta se está abriendo!… ¡Pablo! ¡Pablo! ¡Eres tú! ¡Cómo has crecido! ¿Y esa cresta? Tu madre, como siempre, permitiéndotelo todo. Si hubiese yo estado aquí con vosotros no te lo habría consentido, eres demasiado pequeño para llevar esos pelos. Sí, ya sé que es la moda, pero… ¿No me dices nada? ¡Soy tu padre! ¡Mírame! ¡Qué bien te queda ese traje! ¡Qué guapo! Cómo hubiese querido yo tener un traje de esos a tu edad, con ese precioso color gris marengo. ¡Y qué chulo estás con la corbata! Seguro que habéis tenido fiesta en el colegio. Un poco serio, quizá. Bueno, jugando a ser mayor. Te entiendo. ¿Qué haces? ¿Por qué apagas el ordenador? ¡Pero dime algo! ¡No te vayas! ¿Es que ya no te acuerdas de mí? Soy tu padre, ¡Pablo, soy tu padre! ¡Pablo!
No sé, no sé lo que me está pasando. Ayer tuve un día muy ajetreado, sí, eso es lo que me pasa que estoy muy cansado. Fíjate, no recuerdo si al final pude llegar a la comida con ese franchute. Estaba en juego el futuro de la empresa, sí, ¿y qué pasó? Yo creo que llegué, recuerdo que apreté el acelerador a fondo…Voy a dormir un poco y luego echaré un vistazo al facebook, seguro que tengo algún mensaje suyo. El caso es que sueño no tengo. No. Tampoco me encuentro muy cansado. No. La verdad es que no sé… ¡Joder!, ¿y cuál es la contraseña del ordenador de Pablo? Va, fijo que volverá a entrar. Cuando regrese, se la pido.
miércoles, 19 de octubre de 2011
martes, 18 de octubre de 2011
Concurso Internacional Libros que voy Leyendo
Libros que voy leyendo es un interesantísimo blog que acabo de descubrir. Os recomiendo que echéis un vistazo y participéis en el concurso que acaban de lanzar. Hay de plazo hasta el 7 de noviembre. Hay un montón de recomendaciones de lecturas y, algo muy importante, especial atención a los escritores noveles. Me gusta.
lunes, 17 de octubre de 2011
¡BUENOS DÍAS, RADIOYENTES!
“¡Buenos días, radioyentes! Son las siete horas y veinte minutos de esta espléndida y primeriza mañana de primavera. ¿Qué hacéis aún en la cama? ¡Vamos, despertaos! Que días como este hay que disfrutarlos desde el primer rayo de sol. Y qué mejor complemento para este momento idílico que nuestra entrañable Lorena y sus inmortales boleros… “
-¡Vaya! Anoche debí de poner mal la hora.
No tuve más remedio que levantarme. Después de lo pesado que se ponía mi locutor favorito, no creí que fuera lo más conveniente llevarle la contraria. Mi fiel Pipo no me hizo mucho caso. Y tenía sus razones para ello: normalmente hasta un rato más tarde no estaba yo en pie y debió de pensar que mi próstata me empezaba a fallar. Acaricié su lomo, me saludó con un ligero roce de su rabo sobre mi pie descalzo y siguió tumbado.
Dudé entre abrir la ventana y dar la bienvenida a ese sol del que tanta propaganda estaba haciendo mi radio despertador o darle a mi cara un buen chapuzón en agua fría. Decidí que lo mejor era lo segundo.
-Ahora ya puedes enfrentarte a tu primer rayo de sol del día.
Descorrí las cortinas, abrí de par en par la ventana y sentí su templado contacto sobre mis mejillas, junto a una suave y fresca brisa.
Después, como todas las mañanas, me llevé el transistor al baño, lo coloqué sobre la banqueta y descorrí la puerta de la mampara de la ducha. Esa mañana me apetecía sentir el agua algo más fresquita que de costumbre.
-¡La donna è mobile…!
“¡Me encantan esos gorgoritos! Pero creo que ya va siendo hora de que penséis en el reloj. ¡Se os está haciendo tarde! Mientras, deleitaos con la última de Saphira. Que eso sí que es cantar… “
Decididamente, no era Pavarotti, por lo que pensé que mejor sería escuchar a Saphira y dejar de martirizar a mis vecinos.
“Bien. ¿Ya estáis bien aseaditos, perezosos? Sí, veo que sí. Y además… ¡Qué bien huele ese cafelito recién hecho!”
Sí, olía bien. Hasta Pipo se decidió a levantarse y comenzó a dedicarme un día más sus característicos bostezos. Y a continuación sus interesados lamentos. Su instinto no entendía de cafés, pero sí de bizcochos. Y si eran de chocolate, mejor. Oí como terminaba de recoger con su lengua la última miguilla hasta dejar reluciente la baldosa de la cocina.
-Bueno, Pipo. Habrá que vestirse, ¿no?
Noté el ligero roce de su lomo acariciándome la pantorrilla, antes de dejarse caer sobre la alfombra.
-Vale, mientras me visto te dejo que hagas la digestión…
“Y ahora, mientras os termináis de preparar para salir al mundo y ser los más guapos y perfumados de la ciudad, os dejo un rato con las noticias de las ocho. ¡Vuelvo a estar con vosotros en cinco minutos! ¿Podréis resistirlo?”
-Es evidente que anoche no tuve mi mejor momento, primero la hora para despertarme, y ahora, ¿dónde dejaría el móvil? ¡Si debería estar sobre la mesilla!
Lo encontré, tampoco era tan difícil, ni sobre la mesilla, ni en el primer cajón. Pero sí en el segundo.
Mientras escuchaba la enésima pelea entre políticos me fui calzando los zapatos.
“Hoy tendremos una temperatura máxima de veinte grados y un cielo completamente despejado.”
Me terminé de poner la americana y guardé el móvil, con sus imprescindibles auriculares, en el bolsillo derecho. Recogí el arnés y se lo coloqué a Pipo, que, como siempre, me regaló un lametazo en la mano. Luego, el bastón y las llaves.
-Un día de estos tendré que cambiar el bastón, cuesta un poco desplegarlo del todo.
Cerré la puerta, introduje en mi oído derecho el auricular, sintonicé la radio y nos dirigimos al ascensor.
“¡Ah! ¡Y no olvidéis cerrar bien la puerta! Que luego, cuando vuelve uno a casa, se puede encontrar con desagradables sorpresas. Y, ahora, os seguiremos regalando nuestra mejor música.”
viernes, 7 de octubre de 2011
EN EL LIMBO
En la segunda temporada del concurso Microrrelatos sobre Abogados (http://www.abogados.es/microrrelatos/historico1.asp?mes=1&ano=2010&ed=2) me seleccionaron este micro.
Al salir de la vista en la que recibí la absolución, me fui a pasear solo por el centro de la ciudad. “Álvaro, el Rey de los Magos de Europa”. Pensé que un poco de diversión no me vendría mal, compré una entrada y me acomodé en la butaca. Mientras se alzaba el telón recordé el día que recogí la notificación del señalamiento del juicio, mi desánimo y, más tarde, la esperanza. El mago me apuntó con el dedo, subí las escalerillas y me introduje en el enorme cubo situado en el centro del escenario, lo cerró y comencé a oír la cháchara. “Señoras y señores, en unos instantes abriré el cubo y nuestro amigo habrá desaparecido”. La música retumbó en mis oídos. Lo siguiente fue un golpe seco y el público chillando. ¡Ha sido un infarto, el mago está muerto! Desde algún lugar continúo esperando disfrutar de mi libertad.
MI PADRE
En la segunda temporada del concurso de Microrrelatos sobre Abogados (http://www.abogados.es/microrrelatos/historico1.asp?mes=12&ano=2009&ed=2) me seleccionaron este micro.
Mi pánico al avión hizo que aquella mañana regresara a casa muy cansado desde la estación. Había pasado la noche en la litera del tren. Entre el traqueteo y la resolución del arbitraje que tenía que redactar en ese mismo día, no pude pegar ojo. El viaje inesperado a París, para evitar una querella contra mi bufete, me había dejado sin más tiempo para escribirlo. Me animé recordando a mi fallecido padre con su toga diciéndome, al poco de acabar la carrera y en ese tono socarrón que tanto le gustaba usar, “Hijo, cuando te lleguen momentos duros, piensa que va incluido en la nómina, te ayudará”.
Mi pánico al avión hizo que aquella mañana regresara a casa muy cansado desde la estación. Había pasado la noche en la litera del tren. Entre el traqueteo y la resolución del arbitraje que tenía que redactar en ese mismo día, no pude pegar ojo. El viaje inesperado a París, para evitar una querella contra mi bufete, me había dejado sin más tiempo para escribirlo. Me animé recordando a mi fallecido padre con su toga diciéndome, al poco de acabar la carrera y en ese tono socarrón que tanto le gustaba usar, “Hijo, cuando te lleguen momentos duros, piensa que va incluido en la nómina, te ayudará”.
Al entrar en mi despacho me sorprendió ver sobre el escritorio aquellos folios manuscritos. Me senté a leerlos: “LAUDO ARBITRAL dictado por…”. Contemplando el retrato de mi padre, colgado en la pared, advertí que esa cómplice sonrisa en su rostro era nueva.
jueves, 6 de octubre de 2011
LIBERTAD
A este microcuento tengo mucho que agradecerle. Estaba convaleciente para recuperarme de una rotura parcial del tendón de Aquiles y escuché el concurso que emitían los jueves por la mañana en la Cadena Ser, RELATOS EN CADENA. Me decidí a seguir la frase de esa semana: "Cielos, cómo brilla hoy el valle". Me eligieron como finalista semanal, junto a otros dos relatos. No pasé a la final mensual, pero el premio ya lo había recibido: me supuso que este fuera el primer relato mío publicado. ¡Y encima por ALFAGUARA! En la Edición de Relatos en Cadena, 2009-2010. Gracias LIBERTAD.
Cielos, cómo brilla hoy el valle. Con los ojos aún cansados se sentó sobre el camastro y estuvo un largo rato sin apartar la mirada, hasta que su boca se abrió en un gran bostezo y se incorporó lentamente, dio un par de pasos y comenzó a quitar las chinchetas que mantenían el póster pegado a la pared, lo enrolló y abrió la taquilla para guardarlo y coger otro; al desplegarlo sintió las olas jugando con el velero mientras sus ocupantes luchaban, desesperados, por mantenerlo a flote. Sonó la sirena y a continuación se oyó la voz del funcionario ¡Vamos, 114, al patio!
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