Quemaron los libros. Más tarde perdieron las palabras.
Ahora, por sus calles solo pasean zombis.
Solo se escriben libros para, más allá del propio aliento, comunicarse con otros seres humanos, y así defenderse de la otra cara implacable de la vida: la fugacidad y el olvido. Stefan Zweig. MENDEL, EL DE LOS LIBROS.
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