Un
día, no hace mucho, Elsa me sugirió el inicio de un nuevo poemario.
Me dijo que no me preocupase, que iría dándome apuntes sobre cómo gestarlo: este recuerdo ahora, quizá después este otro.
Decidí seguir sus consejos y abandonarme a ella. ¿Quién es Elsa?
Yo la llamo así. Vosotros le habréis puesto otro nombre, seguro. Si
no es así, os lo recomiendo. Hacedle caso, cuando se convive toda
la vida con ella se da uno cuenta de que te mantiene en pie.
Y me
habló de ese amigo que en un momento de tu juventud fue más
importante que ningún otro. Y escribí...
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