lunes, 19 de enero de 2015

El dedo índice de mi mano izquierda


Mi dedo se ha hecho la cirugía estética antes de nacer... es así... imprevisible... Y también me ha dado permiso para que os escriba a continuación una de sus breves historias...

R.I.P.  

La mañana que se conocieron él se levantó junto al odio que le acompañaba en algunas ocasiones y ni la ducha lograba llevárselo por el sumidero. Ella también sintió ese odio después del café, con el último sorbo amargo. Cada uno salió de su casa como un día más, sin que el destino tuviese la obligación de unirlos, pero la persistencia de la lluvia les obligó a guarecerse en aquella cafetería. Él entró unos instantes antes, aunque pidieron a la vez: a partir de ese momento comprendieron que no estaban hechos el uno para el otro. Por eso les casó dos meses después un juez sordo y mal encarado en un juzgado con goteras y en un día sombrío de invierno. No quisieron tener hijos, pero diez años más tarde cuatro niños chillones y mal educados rodeaban la mesa del comedor. Cuando llegaron los nietos (siempre dijeron que no cuidarían a ninguno) pasaron más tiempo con ellos de lo que lo habían hecho con  sus hijos. Luego, llegó la hora de la residencia: no tuvieron otro remedio que vivir en la misma habitación, era mucho más barato. Murieron el mismo día y a la misma hora. Hoy él ocupa un nicho en el cementerio de su pueblo, en Galicia, y ella está enterrada en la sepultura familiar, en un pueblo de Almería. Por fin descansan en paz.

1 comentario:

  1. Vaya dedo más triste y negativo... Habrá parejas así pero...no me lo esperaba.
    Pero me ha gustado tu forma de contarlo. ;)
    Besotes y sonrisa.

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Irma o esa persistente calle de París