miércoles, 18 de diciembre de 2013

Otro punto de vista


De nuevo aquí. Lo oigo. Han pasado once meses. Otra vez los villancicos, las risas, los llantos, la fiesta. La felicidad por decreto; aunque este año, por lo que les he oído, va a ser más complicado cumplirlo. Pedrito (qué ganas tengo de que, por fin, le llamen Pedro) no parará de dar vueltas alrededor del belén, colocará aquí y allá. Bueno, mejor dicho, nos descolocará…
Sí, oigo cómo gira el pomo de la puerta.
Y el árbol apagará y encenderá sus luces; ahora serán de esas… ¿cómo se llaman? De led, creo… Y le rodearán menos paquetes la noche de Reyes. Acaba de abrirla. Ya, ni Dios me salva; por más que intente esconderme debajo de todas ellas. Sus pasos se acercan. Espero que, por lo menos, hoy me toque más cerca del portal.
Ya está aquí; ha abierto la puerta del armario. Disfrutaré de mis últimos instantes de oscuridad antes de que levante la tapa. Qué bien se está en este rinconcito de la caja de zapatos, acurrucado entre los papelillos de paja. ¡La luz! Cerraré los ojos… En fin, todo sea por realizar una buena labor en estas fechas.
¡Hola, Pedrito!

Este mes me he dejado llevar por el espíritu navideño de la propuesta de Esta noche te cuento...

domingo, 15 de diciembre de 2013

SOBRESALTOS de Concha Morales, está en camino...



Vamos a ir terminando el año con noticias del 2014... ¡Y qué mejor noticia que el SOBRESALTO que Concha nos tiene preparado en forma de nuevo poemario! Impaciente estoy...
Os dejo con uno de los prólogos (¡de nuestro hermano!) y con el poema que da nombre al libro. En cuanto me llegue algún chivateo, os lo cuento...



PRÓLOGO I


la fuerza de la
ternura del verbo se desliza

más allá de los cristales donde
sueña la luna


¡Bienvenido a

nuestro mundo, paseante solitario!


Juan Francisco Morales



0 O 0 O 0




SOBRESALTOS

La imaginación se despierta
en el momento
más inesperado. Los sobresaltos
acuden a la cita sin previo aviso.
El guardián de las sorpresas
no sale de su asombro
cuando desciende el dardo
hasta el abismo donde se cultivan
los sentimientos.
Justo en pleno corazón.

Donde los fracasos malhabitan,
donde las victorias saben a terciopelo,
donde arden los placeres
junto a una palabra, un gesto
o una melodía desafinada.
Los sobresaltos allanan
el camino hacia la calle
de la fantasía.
Justo en pleno corazón.

Donde los bosques desaparecen,
donde la ternura alcanza el infinito,
donde lo absurdo se diluye
como un azucarillo
en una gota de poesía.

Concha Morales

sábado, 14 de diciembre de 2013

SEGUNDO ANIVERSARIO DE UN BLOG AMIGO: POESÍA Y VIVENCIAS


Os dejo con  el cartel del segundo aniversario del blog de un gran amigo virtual y gran persona, en este caso real, nada de virtualidades: Pedro Luis. Sé que muchos lo conocéis y disfrutáis de sus entradas y de sus poesías, pero si no lo habéis visitado, es el mejor momento para hacerlo: POESÍA Y VIVENCIAS os está esperando.
¡Y que cumplas muchos más, amigo Pedro!

martes, 10 de diciembre de 2013

Un mañana para Alicia se presenta en Aldea del Fresno (Madrid)



PARÍS

Parecían kamikazes. Aguardaban ahí arriba, escondidos, solo se dejaban ver dos. Expectantes. Quietos. Me fijé en ellos. Regresaban a su guarida. Sentado, intenté no perderlos de vista. Me resultaba tan curioso. Allí, sobre el tejado de la última tienda. Creo recordar que era de alquiler de coches. Su pequeña cabeza giraba con ese movimiento rápido, nervioso, característico. Quietos. Los dos. Vigilantes. El chirriante ruido de unas patas metálicas sobre el suelo hizo girar mi cabeza hacia el lado contrario. Un turista —no cabía la menor duda de que no era nativo—, se levantó y arrastró la silla unos instantes, los justos para hacerme desviar la atención. Rodó la maleta que le acompañaba y se dirigió al andén. Mis ojos, por puro instinto, le siguieron. Le siguieron hasta que un gorrión dejó el extremo de su ala sobre mi nariz. Otro, removió mi flequillo. Eran ellos. Sus mínimos cuerpos silbaron en mis oídos. ¿Diez? ¿Veinte? De un momento a otro, Tippi Hedren y Rod Taylor pasarían por delante de mí, huyendo, asustados. Y detrás, más pájaros.
Hitchcock. ¿Verdad?
La voz me llegó de la mesa de al lado. Una mujer de una edad indefinida, pero que aparentaba acumular mucha vida en sus bolsillos, fue la que me habló.
Perdón. Su expresión le delató. Llevo un buen rato aquí sentada y los he observado en todo momento. Es lo que parece, que este sea un nuevo rodaje del maestro Hitchcock. O que ellos también conozcan la película y estén rememorando a sus antepasados. No crea, algo de susto dan. A mí también. En cuanto alguien deja vacía una mesa, los dos cabecillas abren mínimamente el pico y se abalanzan hacia ella. Y detrás, la bandada. El escuadrón oculto. Es una pena, la mayoría de las veces su recompensa es exigua. Unas servilletas arrugadas, un sobrecito de azúcar completamente vacío o un envoltorio de chocolatina a la que ya no le queda ni el perfume.
.            Paró de hablar. Nos quedamos un instante suspendidos sobre nuestras miradas. Yo aún no tenía claro qué sucedía. (...)

Así comienza el relato con el que participo en esta Antología solidaria con Alicia y sus padres, junto a 16 compañeros. Este sábado se presenta en la Comunidad de Madrid y lamento no poder asistir. Espero que en la capital, más adelante, podamos vernos. 

domingo, 1 de diciembre de 2013

La palabra


Tampoco le di mayor importancia. Al fin y al cabo, era normal. La había usado tantas veces, pensé, que es lógico que en algún momento no puedas decirla, no te acuerdes de ella. Aunque no puedo negar que, tiempo después, algo preocupado sí que me quedé. Cuando comencé a no poder recordar cómo debía vocalizarla si me la encontraba impresa. Siguió ocurriendo día tras día. No importaba el momento, ni el lugar; o la compañía. Incluso a solas, no me sentía capaz. Por eso fue por lo que consideré la posibilidad de inventarme una cada vez que me topase con ella. La primera vez no lo logré. Ni la segunda: solo pude balbucir algo incomprensible, incluso para mí. Quizá no debía inquietarme tanto la situación; extraña, sí, pero que me permitía continuar con  mi vida normal. Nunca tuve ningún problema. Cuando llegaba a ella, la omitía, y seguía la conversación sin mayor inconveniente.  
Aquel día no podía fallar. La sala de convenciones del hotel estaba repleta. Era un discurso muy importante para mi futuro y el de mi empresa. Solo tenía que leerlo. Sencillo. Todas delante de mí, sobre el atril; me esperaban entre los márgenes de aquellos folios escritos. Incluso ella. Ya tendría tiempo de inventarla en otro momento. Leería despacio, muy despacio; sereno. Pronunciaría cada letra, cada diptongo. Pausaría con suavidad sobre las comas y aguardaría un instante tras el punto y coma. Todo transcurría a su ritmo; perfecto. Los puntos y seguido me relajaban las cuerdas vocales; las mismas que, en los puntos y aparte, refrescaba con un pequeño sorbo de agua. Hasta que la tuve delante de mí. Era tan sencillo como pegar un salto. No lo notarían una vez más. No pude. Un segundo. Dos. Sus miradas, por encima de los inmaculados nudos de corbata, me acechaban. Enfrente, clavadas en mí. Tres segundos. El edificio parecía a punto de derrumbarse. La inventé. Salió de mi garganta como entonada por un divo de la ópera. No coincidía ninguna de sus letras con las de la otra. Emergió por sí sola, sin pedirme permiso, sin siquiera saber lo que estaba diciendo. Pero la entendieron. Y yo. Los aplausos atronaron la estancia nada más acabar el discurso.  Me vi rodeado de abrazos. El director, el gerente, los compañeros; todos se lanzaron hacia mí para arroparme con sus parabienes. Hasta un huésped alojado en el hotel me felicitó; emocionado. La había escuchado desde fuera y entró para ver cómo terminaba el acto. En el hotel, grabaron una placa con ella y la situaron sobre el mostrador de la recepción. Las letras, cinceladas en oro.

Y ahora, espero. Los académicos me comunicaron que en una semana sería incluida en el Diccionario. En sustitución de la otra. Creo que no me acuerdo de ninguna de las dos.

Irma o esa persistente calle de París