De nuevo por aquí. Y para contaros que mi novela Donde todos la publica Playa de Ákaba y os la presentaremos el 29 de octubre próximo en la librería Muga. Pues qué más le puedo pedir a la vuelta de vacaciones... Ya os iré contando más cosas y más presentaciones de la Generación Subway. Otoño calentito, y no solo por las temperaturas. Os dejo con el inicio de Donde todos.
La puerta de la furgoneta no se dejaba abrir a la primera. Necesitó un
par de intentos.
—Está algo descolgada; debo ir al taller esta tarde. Sin falta.
El furgón rojo y la furgoneta blanca. Doce años aguantó el primero. Y la
segunda le tenía que durar, como mínimo, otros cuatro años más. Soltó la
cartera sobre el asiento del copiloto y miró en el interior de la guantera. No
buscaba nada. Siempre que entraba en el coche lo hacía así. Se acomodó y giró
la llave de contacto. Escuchó el ruido del motor y el paisaje comenzó a sucederse,
un día más, por encima del salpicadero. La casa de los ladrillos rojos. El
hotel en medio de la nada. Las encinas.
—Debo ir al taller esta tarde —volvió a repetir la frase al poco de
iniciar el trayecto; en voz alta—. Quizá me estoy haciendo viejo; pensar lo mismo
más de una vez, tan seguido, de idéntica manera, como si no hubiesen existido
antes esas palabras colocadas así, es síntoma de hacerse mayor.
Al momento, los recuerdos parecieron querer regresar a la vida que un
día tuvieron. Y, a continuación, como si hubiesen estado ahí, agazapadas,
esperando a que su memoria les diese el pistoletazo de salida, las historias.
Notición, notición! Ya sabes que me alegra muchísimo!
ResponderEliminarBesotes!!!
Las palabras ya están maduras. Movamos el árbol para recoger los frutos. Muás, hermano.
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