viernes, 23 de septiembre de 2016

Ciclo Hablar de libros es bueno, de la editorial Playa de Ákaba


Portada y contraportada de la revista Esencias de Ákaba. 

Ayer por la tarde, en el Espacio Leer de Madrid,


se presentó el primer número de la revista Esencias de Ákaba y el ciclo Hablar de libros es bueno, de la editorial Playa de Ákaba. En la revista, compañeros de la editorial comparten sus relatos o sus poemas con un tema como eje: A través de la ventana. No os lo perdáis.





Más tarde, nuestro compañero Eduardo S. Aznar nos habló de su novela El manipulador de sueños y la tarde, ya noche, acabó con el libro de entrevistas Hablar de libros es bueno y algunas de sus voces.

Sobre el ciclo que se abrió ayer deciros que ahí estará mi Donde todos, el día 29 de octubre, en la librería Muga.












Y antes, el 6 de octubre, andaré con mis compañeros de antología por la librería Central de Callao con Subway Hub.

Vamos, que el otoño comienza movido. Os seguiré contando. ¡Gracias, amigos!




jueves, 8 de septiembre de 2016

No siempre

La foto es de mi hermana Concha. Así es muy fácil esperar a que llegue la inspiración... Gracias a ella y a VallecasVa por dejarme entrar en su rincón este mes.


domingo, 4 de septiembre de 2016

Donde todos



De nuevo por aquí. Y para contaros que mi novela Donde todos la publica Playa de Ákaba y os la presentaremos el 29 de octubre próximo en la librería Muga. Pues qué más le puedo pedir a la vuelta de vacaciones... Ya os iré contando más cosas y más presentaciones de la Generación Subway. Otoño calentito, y no solo por las temperaturas. Os dejo con el inicio de Donde todos.


La puerta de la furgoneta no se dejaba abrir a la primera. Necesitó un par de intentos.

—Está algo descolgada; debo ir al taller esta tarde. Sin falta.

El furgón rojo y la furgoneta blanca. Doce años aguantó el primero. Y la segunda le tenía que durar, como mínimo, otros cuatro años más. Soltó la cartera sobre el asiento del copiloto y miró en el interior de la guantera. No buscaba nada. Siempre que entraba en el coche lo hacía así. Se acomodó y giró la llave de contacto. Escuchó el ruido del motor y el paisaje comenzó a sucederse, un día más, por encima del salpicadero. La casa de los ladrillos rojos. El hotel en medio de la nada. Las encinas.

—Debo ir al taller esta tarde —volvió a repetir la frase al poco de iniciar el trayecto; en voz alta—. Quizá me estoy haciendo viejo; pensar lo mismo más de una vez, tan seguido, de idéntica manera, como si no hubiesen existido antes esas palabras colocadas así, es síntoma de hacerse mayor.

Al momento, los recuerdos parecieron querer regresar a la vida que un día tuvieron. Y, a continuación, como si hubiesen estado ahí, agazapadas, esperando a que su memoria les diese el pistoletazo de salida, las historias.

Irma o esa persistente calle de París