sábado, 14 de junio de 2014

Todo cambia...


Hace un tiempo que este blog no es el mismo de siempre… todo cambia… Julio se marchó (aunque siempre estará aquí), Román se quedó flotando… y Luis Miguel se decidió a algo que le costaba mucho: ser un mal bloguero y no corresponder a los amigos… Me merezco vuestro odio, lo reconozco (bueno…, hay que exagerar un poquito… tampoco será para tanto…). Después de experimentar nuevas formas de disfrutar de la literatura me he decidido a dedicar más y más tiempo a escribir y apartarme un poquito de esta pantalla. 
Os quería decir que mis sombras siguen a vuestra disposición en Amazon (para lo que queráis de ellas y por un eurito) y donde os cuento aquí, y que ya pululan por mi escritorio tres manuscritos: una novela (Donde todos), un libro de micros (El dedo índice de mi mano izquierda) y un poemario (sin nombre definitivo) que andan a la espera de que alguien los guarde entre tapas… y no de las del bar… y que, en cuanto pase el verano, vamos a por más.

Por último, quiero daros las gracias una vez más por pasar por mi casa y deciros que nunca pensé que esta aventura virtual que comencé hace más de dos años me iba a dar tantas satisfacciones. ¡Ah! Y esto no es una despedida, es un… ¡hasta pronto! 

viernes, 6 de junio de 2014

Diario de un marciano en Vallekas


Hace tiempo que caí en esta tierra, pero he de deciros que cada día la reconozco menos. Lo mismo dentro de no mucho cambio el título de mi diario por otro, no se...  Diario de un vallekano en Marte… no sé… ya veremos…
Mientras camine por aquí, he pensado en escribir mi diario. Y lo voy a comenzar con una historia que es muy conocida allí, en mi planeta:

Hay otros mundos 
El marciano irguió la espalda y acercó sus párpados despacio, hasta sentir el frío metal del visor sobre ellos. Ajustó el enfoque, y vio con nitidez el planeta. Lo acercó. Hoy era un día perfecto para la observación, ni una nube ocupaba su atmósfera. Fue cuando descubrió a aquel extramarciano asomado al ventanal. Vestido de blanco, las faldas tapaban sus tobillos. Un extraño tocado, también blanco, inmaculado, cubría su coronilla. Se dirigía a una multitud de seres como él, que llenaban la inmensa plaza. Los cánticos le llegaban a través de sus auriculares supraestelares. Buscó con el telescopio un lugar distante de aquel. Un grupo enorme de extramarcianos vociferaba sobre los graderíos de un estadio. En el centro, un terrestre vestido de uniforme les arengaba mientras ellos movían al viento banderas de colores idénticos. Cerró los ojos y recordó los meses de duro trabajo. De observación diaria. Conocía hasta el último rincón. Todos los habitantes de aquel planeta habían pasado por sus ojos. Abrió el cuaderno que descansaba sobre la mesa y apuntó:

Proyecto nº 152265: CERRADO. Se descarta la existencia de vida inteligente en el planeta llamado Tierra.

Irma o esa persistente calle de París