Hace unos días os felicité el Año Nuevo
y os diría que creo que mi lóbulo temporal izquierdo sigue un poco trastornado…
Me he puesto a pensar en el día que mis sombras se convirtieron en papel y no
encuentro la manera de discernir el tiempo que ha pasado, es más, puede ser
hasta que no se hayan movido las manecillas dentro de mi cerebro... Las
primeras reseñas, las primeras ventas, las presentaciones, la Feria del Libro de Madrid, los Sant Jordi, la edición digital en Amazon… ¿Ha transcurrido el
tiempo o me ocurrió todo ayer… o esta mañana…? Casi que os pediría ayuda… a
vosotros… a los que habéis hecho posible que doce micros y doce relatos
condensasen todos esos minutos, todas esas horas, todos esos días en un espacio
temporal imposible de calcular por mí. O, mejor no, mejor no cuantificar y
quedarse con las sensaciones. Sí, porque los días… ya no, ya no los necesito, acabo
de abolirlos en mi nuevo orden de vida: los días no existen, ni los meses, ni
los años. Decidido. A partir de este momento el lóbulo del que os hablé al
principio solo va a sumar sensaciones. ¿Os venís conmigo?
Ahora, más relajado, os voy a contar
que La sombra de las horas sigue su
camino y que ya tiene la compañía de otro puñado de hojas relleno de letras que está a punto de ir a las manos de lo que yo llamo mi Comité de Lectura. Os
puedo decir que este comité no es como esos que montan los políticos y la
empresas para llenar los bolsillos de unos cuantos “amiguetes”, no. Es un
comité de categoría. Y encima, los pobres ni cobran. Unas sensaciones más
adelante os iré chivando cómo va todo y si pasamos el “control”…
Mientras, continuamos con la Antología de Un mañana para Alicia, que parece ser ya está a muy poco de terminar su edición.
Mientras, continuamos con la Antología de Un mañana para Alicia, que parece ser ya está a muy poco de terminar su edición.
Y luego…
¡todo lo que irá llegando! Ya sabéis, las sensaciones son caprichosas e
imprevistas…