Soy funcionario. Y parado. Y desahuciado. Y minero Y familiar de
dependiente. Y autónomo. Y joven sin futuro. Y pensionista. Y soy español. Y
europeo. Y ciudadano del mundo.
Y
grito: ¡ESTOY HARTO!
Y
quiero gritarlo con vosotros, para que nuestro grito llegue nítidamente a los
oídos de los que nos quieren ahogar, de los que deberían gestionar nuestro
país, nuestro mundo, y lo único que hacen es aprovechar ese poder que les hemos
prestado para enriquecerse más y más cada uno de los días que pasan sentados en los
bancos de “nuestro” hemiciclo y manejar a su antojo, con sus amigos, los
“propietarios” del dinero, los dueños de “los mercados”, la vida de todos
nosotros.
¡ESTOY
HARTO!
Porque
tenemos dignidad. Porque no somos sus esclavos. Porque tenemos derecho a
pensar. Porque no queremos perder la alegría. Porque no queremos vivir en un
mundo en blanco y negro.
Soy escritor, y como tal tengo la obligación de
regalaros mis palabras para que las uséis. Y quiero entregaros un microrrelato
que, cuando lo creé, no pensé que podría tener la utilidad que ahora me reclama:
ARLEQUÍN.
Para que no se enteren de que me he marchado, después de contemplar la
página vacía, mis manos en blanco y negro colocan el libro en el mismo lugar
que ocupaba en el estante RENACIMIENTO ITALIANO. Bajo con cuidado las escaleras
en penumbra de la biblioteca y llego a la planta de LITERATURA INFANTIL. Ojeo
el cuento que está sobre la pequeña mesa de la sala de lectura y mientras mis
mejillas y toda mi figura van recuperando los colores, de una voltereta, me
monto sobre el cerdito del tiovivo de la cubierta y espero, impaciente, al
primer niño que lea mi cuento para guiñarle un ojo.
Porque
no queremos volver a vivir en un mundo en blanco
y negro. Porque queremos disfrutar de todos los colores que podamos imaginar.
Porque estamos vivos. ¡Porque estamos hartos!
Amigos
blogueros, amigos, este es mi Arlequín y es vuestro Arlequín, y me gustaría que
enseñaseis a vuestros amigos, como yo lo hago a vosotros, la representación
gráfica de él: en mi blog vive y vivirá, mientras sea necesario, el “Arlequín” de Paul Cézanne en uno de
sus laterales. Para que “ellos” vean que vivimos en color, que tenemos derecho a
seguir viviendo en color.
PORQUE VIVIMOS EN COLOR
Y QUEREMOS SEGUIR VIVIENDO
EN COLOR