LAS VIDAS DE JULIO

 
20 DE NOVIEMBRE DE 2011, ELECCIONES.
 
 
No os vais a creer lo que me ha ocurrido hoy: La lluvia de esta mañana parecía recordarme los días sin luz, por fortuna cada vez más lejanos, en los que no nos dejaban intervenir en la vida política de nuestro país. Pero aquella era una lluvia distinta. Todo era distinto. Amanda y yo nos vestimos de domingo, como requiere la ocasión, y enfilamos calle arriba, hacia el Colegio Electoral. Al llegar a nuestra Mesa tenemos un par de personas delante de nosotros. Vota Amanda y me toca el turno a mí. Doy mi carnet de identidad, todo correcto. El secretario de la Mesa me acerca los sobres que instantes antes le había entregado y me dice ceremonioso: “Vote usted”. Recojo los  sobres y… “¿Qué ocurre? ¿Lo ha visto?” Me mira extrañado. Miro a Amanda. “¿Dónde está la ranura?” Comienza a arremolinarse la gente a mi alrededor. Los Interventores de los partidos políticos se acercan. Nadie entiende nada. Intento una y otra vez encontrar el hueco para introducir la papeleta en la urna y me es imposible. “Por favor, échese a un lado, si le parece, y continuamos. Ahora vemos lo suyo.” La fila de gente que se ha formado es enorme. Amanda y yo nos hacemos a un lado y todo parece volver a la normalidad. Veo cómo las personas continúan votando, sin ningún problema. Entregan el D.N.I., recitan su nombre e introducen el voto por la ranura de la urna. ¿Y por qué yo no? Los Interventores hablan por los teléfonos móviles, mirándome de soslayo. Los integrantes de la mesa dirigen sus miradas hacia mí cada vez con más distancia. Llega la hora de la comida y Amanda me dice: “Voy a traerte un bocadillo y luego me marcho a comer con Julito, se hace muy tarde.”  Me como el bocadillo. Solo. Ya nadie repara en mí. Hace un momento me volvieron a llamar para que votase y de nuevo me fue imposible hacerlo. Otra vez las urnas sin ranura. Estoy sentado en una silla cerca de la ventana por la que entra la ya poca luz. Se encienden todos los fluorescentes de la sala. Nadie me ha dicho nada. Amanda no ha regresado. Quedan cinco minutos para que se cierre el Colegio Electoral. Veo entrar por la puerta a Amanda con Julito de la mano. Julito me da un beso. “¡Hola, papá! ¿Nos vamos?” Me levanto y cojo en brazos a Julito. Amanda me agarra del brazo y nos dirigimos a casa.
Termino de ponerme la bata y miro los sobres con las papeletas que dejé sobre la mesa de la cocina al quitarme el abrigo. Los rompo en mil pedazos y levanto la tapa del cubo de la basura. Entonces, escucho a Amanda gritar desde el salón: “¡Julio, ven rápido! ¡En la tele! ¡Qué casualidad! ¡Te han sacado en el momento en que estabas introduciendo el voto en la urna!”

Comentarios

  1. Efectivamente, todos nuestros votos es como si los hubiéramos echado a un cubo de basura. Metáfora perfecta. Ahora a esperar que los recoja el camión con matrícula alemana... ¡Muy bueno!

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  2. Aunque ahora tengamos esa sensación, hay que luchar contra ella y pensar que votar ¡nunca! es tirar nada a la basura. No hay que caer en el desánimo, es lo que ellos quieren....

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  3. Creo que Julio no es tan drástico con lo de la basura… Es evidente que está hecho un lío, pobre, con lo mal que lo ha pasado. Pero yo creo que sabe perfectamente lo que vale un voto. He intentado hablar con él para que nos sacase de dudas, pero todavía está conmocionado. No tiene ganas de hablar. Comprendedle, amigos comentaristas.

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  4. Efectivamente, votar nunca es tirar nada a la basura, pero me identifico con la impotencia (nunca desánimo, ni tirar la toalla) de Julio. Quien esconde el dinero maneja el poder. Y los ciudadanitos circulamos por el carril que nos dejan y a la velocidad que nos marcan... aunque, por supuesto, NOS SIGUE QUEDANDO LA PALABRA.

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  5. No soy anónimo, tampoco anonymous, soy Lorena, pero no puedo cambiar los perfiles "prefijados" por el blog...
    En fin, pues sí, ahora más que nunca hay que revisar el tema voto pues plantea grandes paradojas, imperfecciones del sistema e injusticias, al margen de la lectura que provoca el resultado de estas elecciones...
    Propongo hacer para próximas elecciones lo que han hecho algunos votantes: introducir rodajas de chorizo en el sobre.
    No me extraña que Julio se quedara en el limbo en el momento de ejercer su derecho.

    Bueno, al grano, quería comentar el estilo Hitchcock de algunos de estos relatos. En especial me recuerdan a los cortos aquellos que te mantenían en vilo hasta el final y que tanto enganchaban. Felicidades, Román!

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  6. ¡Hola Lorena! Hija, es que este mundo de los blogs… ¡Qué complicado! Lo del chorizo, yo prefiero comérmelo, ¿no? No sé si algún día lo veré, pero la gente se está hartando de los políticos con minúsculas y yo creo que tendrán que ponerse las pilas (y las mayúsculas) si quieren seguir ahí. ¡Y muchas gracias por tu felicitación! Emociona y da fuerzas para seguir dándole al coco. Y que Julio pueda seguir contándonos sus cosas…

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  7. ¡Parece que fue ayer...! ¿O fue ayer? Voy a poner la tele. Muás.

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  8. Hola Román!!! Que tal? como va todo? nos veremos en el evento de almería... será una muy buena oportunidad que vamos a aprovechar y a disfrutar...
    Con respecto a tu blog, decirte que está muy, muy bien... felicidades! Venga, nos vemos pronto! Un fuerte abrazo para ti y tu mujer!!!

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  9. ¡Magnífico relato!...

    Pobre Julio y pobres de nosotros lo que nos espera. La ley electoral, las leyes sobre control de la economía y los mercados, las de relaciones laborales, la educación, la sanidad… hay que cambiar muchas cosas así que… ¡A trabajar! Porque nadie lo va a hacer por nosotros.

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